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domingo, 5 de diciembre de 2021

A los aceituneros y a tantas mujeres del campo

 Si hay trabajos duros en nuestra tierra son los días de frío en los olivares, en llano o "en pecho" vareando las aceitunas y recogiéndolas, antes a mano, luego en fardos y ya cada vez más mecanizado todo.

Había lugares inaccesibles que debían ser sacados en serones por burros, bien saben nuestros vecinos de la Puebla de lo que hablo. 

¡Ay las mujeres, lo que han sufrido en esos campos! Aquí mi bisabuela Josefa Moreno junto a su hija y otras mujeres recogiendo aceitunas con sus manos expertas y encayadas, en los campos de la Puebla de los Infantes allá por los años 50's.

la riqueza aceitera era una de las tres de nuestro pasado remoto, incluso anterior a los romanos: el trigo, abundante y de secano, la vid para el vino y el olivo para tan preciado oro líquido de lo que los romanos llamaron "la Bética", al borde de esa gran arteria de comunicaciones que era el Guadalquivir. También se añadía la riqueza mineral del cobre, plata, oro y otros metales como el hierro. Por eso, todos los pueblos foráneos querían comerciar, cuando no conquistar, las tierras que hoy pisamos.

Volviendo a la aceituna, las manos finas de las mujeres recogían cada aceituna para echarla a enormes espuertas o serones y llevarlas luego a los numerosos molinos aceiteros del pueblo (de los que hablamos hace poco). 

En los días de tanto frío invernal las manos dolían y se llenaban de grietas y sabañones.

Los hombres empleaban y emplean la fuerza en varear los olivos para que cayera la aceituna y en el transporte de los enormes sacos.

La criba de la aceituna de hojas y restos inservibles antes de ensacarlas.

Hace poco leí algo en las redes que me conmovió y me gustaría que leyeseis. 

Texto de D. Ramón Rodríguez Pulido, un hombre comprometido con el campo y sus raíces, sobre la mujer aceitunera, nuestras madres y abuelas:

"Mañanitas de frío hielo en los charcos, cuando no aprieta el viento caen chubascos... y cuando cae la tarde como una extensión más de tu cuerpo, la espuerta bajo el brazo, ¡andando!  camino hacia el pueblo, ya en el crepúsculo todavía no termina la jornada, lavar y vestir a los niños, preparar la comida de la noche y la del día siguiente, y mientras gorgojea la olla, limpias la casa, cuando todos duermen lavas, planchas y coses, la ropa de toita la familia, cansada, pasada la media noche te echas un rato, pronto llegará la madrugada y te levantas antes que nadie, preparas el  desayuno, la capacha y lo que quedó por preparar de la noche anterior y vuelta a empezar.

JAMAS PODRÁN (ni podremos) PAGARTE TANTO ESFUERZO, TANTA GRATITUD, TANTO SILENCIO, TANTA DIGNIDAD, MUJER JORNALERA" 



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