El pasado domingo fue el primero en años en que no os levantásteis con una nueva entrada de blog ni un recuerdo de nuestro pueblo y nuestra gente. Pero tenía una tremenda explicación: Tenemos un nuevo cuco entre nosotros, mi hijo, que nació el pasado día 26 de julio.
A lo largo de estos casi 10 años de blog, la vida ha cambiado y nuestros "adentros" se han llenado de recuerdos y buenos momentos grabados con letras de oro.
Unos llegan y otros se van, en el eterno ciclo de la vida. ¡Ojalá hubiesen visto su carita mis abuelos!
¡Vaya experiencia esta de ver nacer a tu hijo y ay las madres...!
Que importante el linaje de esas matriarcas que organizaban toda la vida de una casa, de los cortijos y de toda la familia.
Me cuenta mi madre que, de pequeña, un día acudían varias mujeres a su casa y la echaban a jugar a la calle y cuando volvía ya estaba alguno de sus hermanos en el mundo. Había acudido la partera y había tenido a su hijo. Para cuando regresaba, su madre ya estaba de pie y como si nada hubiese pasado. Que rudeza y crudeza de esa vida de mujer.
Desde el nacimiento, la mujer rural ha venido siendo muy condicionada con los prejuicios sobre sus normas de comportamiento y conducta, sus limitaciones sociales y sus deberes impuestos. "Las niñas de rosa y los niños de azul". Menos mal que la sociedad está empezando a superar la imposición de roles tan marcados y que la limitación sea las aspiraciones personales de cada uno y sus necesidades.
En esta foto la abuela Concha (del bar de Dionisio y Concha) con uno de sus nietos, hijos de Conchi Osuna (aún se conoce como la mujer de Pepe "El fontanero"). todo u ejemplo de mujer fuerte y emprendedora en tiempos tan duros.
Las reuniones de jóvenes para coserse el ajuar o los talleres de corte y confección. También se iban las niñas a aprender a coser con las Hermanas de la Cruz. Aquí una entrañable foto del momento de costura de Carmen Luna (la tercera de abajo por la izquierda) junto a primas y amigas y las experimentadas manos de las mujeres mayores.
Casi sin darnos cuenta, la sociedad nos educa para las labores asignadas e impuestas para cada sexo. A los niños se les regala camiones, balones, pistolas, motos de batería... y a las niñas cocinitas, muñecas, maquillaje...
Muy pronto, con corta edad, se les asignaba la ayuda en la crianza de sus hermanos y otros niños del entorno, cosa que a los niños varones, no.
Aquí la niña Soledad Sepúlveda sujeta el carro de Conchi García Osuna. a su lado su hermano Desiderio, junto con la abuela Concha y su madre Conchi Osuna por la carretera de Lora del río, a la salida oeste de Peñaflor.
Pronto, ¡muy pronto! las niñas, sobre todo si eran las hermanas mayores, se dedicaban a cuidar a los más pequeños... más si eran familia numerosa... y dejaban de ir al colegio para ayudar en esto y en las labores del hogar, sino ir también a traer un sustento al campo o "sirviendo" en alguna casa como criada, cocinera...
Aquí Conchi Osuna en la escalera del bar de su padres, en la calle actual Federico García Lorca, cuando era adolescente. Todavía porta una muñeca de su infancia. El paso de niña a mujer era muy rápido para las féminas de aquellos años. También aprendían oficios y labores para llevar un dinero extra a casa a la vez que socializaban con el resto de mujeres. Aquí en la costura de "La Nieves" en 1961 en la que están entre otras: Francisquita Naranjo, Paquita Ávila, Nieves Ávila, Carmelita y Aurora
Con mucha menos edad que hoy en día, las mujeres traían al mundo una numerosa prole, sobre todo en el "baby boom" de los 60's donde las familias tenían más de 4 hijos de media en nuestro pueblo.
Una larga familia donde conviven tres y cuatro generaciones de mujeres transmitiendo saberes y valores. Las vecinas, primas, tías y amigas completan esa escala de valores de "lo femenino" que tanto ha cambiado con el tiempo.
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