En los pueblos no sabemos "lo que tenemos" hasta que nos alejamos y apreciamos en la distancia la riqueza de nuestro día a día. Ese "estar apegado a la tierra" nos hace inmensamente ricos en experiencias y nos afianza las costumbres y tradiciones que, en el caso de las ciudades, se han perdido por completo.
¿Dónde quedó en la ciudad la hoguera de la candelaria? ¿y un sencillo día de Corpus? Por no decir un paseo al campo, pescar en un riachuelo o montarse en un árbol.
Por increíble que parezca, muchos niños nunca han visto y menos tocado a un animal, una gallina, una cabra y menos una vaca, y nunca han probado un buen pan de leña o han asistido a una matanza del cerdo como se hacía hasta hace poco en Peñaflor y se sigue haciendo en los pueblos de la Sierra Norte de Sevilla.
Antes, todas las casas tenían un corral o una cuadra donde criaban gallinas, patos, y algunos cerdos y vacas con los que sustentar a la familia numerosa. Muchos tenían un burro o mula para el trabajo en el campo y casi todos tenían o vendían productos de la huerta: tomates, habas, pimientos, cebollas, ajos...
Aquí Francisco y Emilia junto a sus hijas Pepi y Mari, acompañados de sus perros mientras criaban patos.
Por las calles del pueblo se veían burros y mulas transportando de todo, haciendo más liviana la carga de trabajos pesados. Arrieros, basureros, chatarreros, vendedores y transportistas usaban este medio por las empedradas o terrizas calles de Peñaflor y entre cortijos y pueblos. Aquí en una escena cómica está Francisco Villarino "Chico Mínimo" tirando de la cola de la mula, mientras algunos amigos hacían piruetas a lomo de la mula. El lugar es en el cruce de las actuales calles José Reina y Federico García Lorca, antigua Guerola, y antigua calle de las cruces o "las callejas", donde se situaba el bar de Chico.
En todas las calles había una casa que hacía de tienda de comestibles que generaba la familia y daba un pequeño respiro al sueldo ínfimo del cabeza de familia y en muchas casas se podía encontrar la fruta o verdura que podía guardarse como las "peras en paja", la ristra de ajos y pimientos, los melones debajo de la cama y las calabazas colgadas o las enormes guardadas en el colgadizo/ "corgaiso", la despensa de entonces. la carne de lomo y los embutidos se guardaban en una tinaja con manteca blanca tras la matanza y el pescado en sal como el bacalao/ mojama. También se desecaban algunas carnes y pescados. Quizá de ahí venga nuestro emblemático "sardinel", escalón de la puerta de entrada a las casas donde podrían dejarse a secar las sardinas al sol.
Aquí podemos ver una foto que nos cuenta la importancia de la mujer en la vida rural. Tres generaciones de la misma familia siempre compartiendo tradiciones y costumbres enredadas desde tiempos inmemoriales: hacer comidas tradicionales, postres, trucos del hogar, costura, encaje de bolillos y otras técnicas casi extintas... Sobre estas líneas están en un "corgaiso" la reconocida Concha "del bar de Dionisio y Concha" su hija y madre de la pequeña niña rubia que es Conchi Osuna (mujer de Pepe el fontanero), entre otras personas. Es una foto que enmarcar en cualquier casa de Peñaflor por los recuerdos que trae. Al fondo se puede ver la hugadera colgada en la pared y otros utensilios que se guardaban hasta la siguiente temporada. Ahí se colgaba todo, desde útiles de labranza hasta conservas y hortalizas. Por eso aquello de "colgadizo".También se guardaba el vino y el aceite de todo el año, así como las legumbres como los garbanzos y lentejas. en botes se curtían hortalizas como tomates, calabacines, pepinos, berenjenas "al baño maría", pues no existían los invernaderos que surtieran de estos productos todo el año ni los modernos congeladores. y sobre todo se guardaban las semillas y pipas de todos estos productos de la huerta para la temporada de siembra del siguiente año.
En conclusión os pediría que no dejemos morir aquellas viejas costumbres que hacían la vida bella y sencilla, alegre sin necesidad de mucho y sobre todo nos hermanaba para vivir mejor juntos. En estos tiempos de crisis esa sabiduría podría hacer nuestra vida mejor, cosa que en la ciudad es ya imposible. Quiere a tu pueblo y sus costumbres.
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