En aquellos tiempos de principios de siglo y sobre todo en la época de la posguerra, se hacía bien necesario un trabajo que sustentara a las familias que tanto habían sufrido. Igualmente fue un hito en nuestra historia reciente que la revolución industrial propició: el trabajo femenino fuera de las labores del hogar. Incluso si acudimos a algún registro civil o eclesiástico, si observamos el dato de los progenitores en una partida de nacimiento o bautismo aparece la profesión del padre y de la madre como "sus labiores" o "labores propia de su sexo" como un estatus impuesto por a sociedad. Solo se veía con buenos ojos trabajos femeninos remunerados como costurera, enfermera o maestra (en este último incluso hubo tiempo en que se le exigía ser soltera, entre otras cosas...).
Volviendo a nuestras mujeres de la fábrica de harinas y tejidos de yute, representaban un buen número de habitantes que llevaban un sueldo a casa gracias a sus laboriosas manos y transformaron esas ideas del trabajo femenino y la realidad del propio pueblo. Algo así como supusieron luego puestos como telegrafistas y otros puestos especializados fuera de estereotipos.
Las siguientes fotos son precisamente de aquellas mujeres durante el terrible año de 1940 y bien pasada la mitad del siglo XX:
Arriba: Macedonio López, Antonia Lorenzo, Carmen Gallego Rosa y Paco García López.
En la fila central: Antonia Espino Vega, Teresa García Hidalgo, Teresa López Rosa y Sebastiana Gallego rosa.
Abajo: María Luján, Emilia Antúnez Valencia, Ana López León y Carmen González Durán.
Josefina Ortega Ortega, Ángeles García Peligro, Teresa García Hidalgo, Laura García Carranza y Antonio "El ciego".
Abajo antonia Fernández, Teresa López Rosa, Carmen Gallego Rosa y Sebastiana Gallego Rosa.
Otras fotos sobre tabajadores de la fábrica:
Fotografía también de 1940 de trabajadoras y aprendices con la vista lateral de los telares hacia el río, desde la vía férrea.46 puestos eran ocupados por mujeres más dos hombres que coordinaban a las mujeres y revisaban la maquinaria.
Los sueldos oscilaban entre 14 y 19 duros semanales, siendo las urdidoras los puestos mejor pagados.
Las aprendices, que empezaban con 14 años, cobrabban 5 duros semanales y al cumplir 18 se les hacía un contrato verbal y se les disponía una tarjeta de afiliación a la Caja de Jubilaciones y Subsidios de Trabajadores de la Industria Textil.
Se organizaban de la siguiente manera:
- En las 3 máquinas devanadoras había 6 mujeres en total.
- En las máquinas urdidoras trabajaban 12 mujeres.
- 2 mujeres trabajaban como amarradoras.
- 4 mujeres realizaban canillas.
- En los 50 telares (45 menores y 5 de gran tamaño) trabajaban 20 mujeres.
- Los trabajos administrativos los llevaban a cabo 2 mujeres en las oficinas.
(Información extraída del libro "La Fábrica de Harinas, electricidad y tejidos de Peñaflor (Sevilla) de Carmen Carmona y Manuel González.)
Los tejidos, igual que los sacos de harina, salían por ferrocarril desde su propio puerto de embarque en la misma puerta de la fábrica, como se puede apreciar aquí en una vista desde dentro de la fábrica.
Vista de la fachada sur de la fábrica. A la derecha en la foto se puede apreciar el edificio de la urdiduría de la fábrica de tejidos.
En primer plano podemos ver varios hombres que empleaban artes de pesca en las exclusas de la aceña que por entonces aún funcionaban. Fue así hasta la grana venida del río de 1963 y desde entonces cambió su curso fuera de esta azuda que quedó sin agua y no podía dar funcionamiento a la turbina hidroeléctrica que movía.
Rocio Halcon Sanchez Pastor
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