Ya el año pasado os hablé de la historia de nuestra Romería desde sus comienzos conocidos, aunque ya desde antaño se conoce la devoción que, dentro y fuera de nuestro pueblo, se tiene a nuestra Patrona, sobre todo en su día grande. Ya en 1700 hay legajos en los que se recogen capellanías y misas cantadas y rezadas a Ntra. Sra. de Villadiego, o la peregrinación de vecinos de la cercana Palma del Río, Lora del Río o La Campana a su Ermita.
Fueron los caballeros de la Orden de San Juan, conquistadores de estas tierras a los árabes a mediados del siglo XIII, a los que les serían donados los territorios de "Las Siete Villas" y traerían la devoción a la virgen, sobre todo de La Encarnación, que según se iban asentando han ido tomando los topónimos de estos lugares como la Virgen de la Encarnación de Lora del Río, conocida como la Virgen de la Mesa de Setefilla o directamente La Virgen de Setefilla (ahora si la reconocéis todos). Algo parecido parece haber ocurrido con Nuestra Patrona, que fue traida y venerada por primera vez en su Santuario por los caballeros de la Orden de San Juan, procedentes del pueblo de burgos llamado Villadiego. Así la Virgen María venerada aquí pertenecía a "los de Villadiego", es decir, La Virgen de Villadiego.
En la cúpula del altar, un emblema templario nos recuerda el origen de este lugar sagrado.
Igual ocurre en otros muchos enclaves y escudos de pueblos como en el de Lora del Río.
Eco de tal devoción, los periódicos cubrían tan esperado evento a principios del pasado siglo XX. Nuestra Patrona flotaba entre el enorme gentío a pie y a caballo, tirada por los bueyes, con ese sabor genuino del camino de los romeros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario