Al hablar de boxeo seguro que a muchos os vendrá a la mente películas como Rocky, o boxeadores como Pedro Carrasco o Poli Díaz "El Potro de Vallecas", pero el boxeo en Peñaflor tiene nombre y apellidos: Elias Marchal Rosa.
Comenzaba con 12 años (a finales de los 60s) en los que soñaba con ser como los boxeadores que veía en la tele, y a pesar de trabajar muchas horas en el campo, buscaba tiempo para prepararse para su sueño.
Compraba revistas sobre este deporte y, al contrario que los muchachos de su edad, prefería comprarse unos guantes y un saco de puching a un tocadiscos.
Poco a poco se fue formando a la vez que adquiría conocimientos y material como pesas y demás útiles para mejorar.
Era un autodidacta que se preparaba solo, y a los 16 años se levantaba dos horas antes de su jornada de trabajo para hacer sus ejercicios y rutinas de preparación.
Como os decía, disfrutaba e intentaba aprender cada golpe o técnica de los boxeadores españoles como Pedro Carrasco o Poli Díaz, memorizando sus combates para ponerlos en práctica.
Aunque sus padre no estaba de acuerdo en la finalidad de su afición siguió adelante e intentaba presenciar todos los combates posibles por los pueblos cercanos como Villaverde o Los Palacios.
Recuerda sus primeros combates participando en Córdoba y sobre todo recuerda como anécdota cúlmine el combate con el boxeador federado Felipe Rivera el 20 de junio de 1976.
Para anunciarlo puso carteles por los pueblos cercanos y sobre todo en Peñaflor, y justo detrás su padre iba quitando el que podía.
Eran, por su edad (17 años) y su peso, de la categoría súper-welters.
Fue un combate memorable al que asistió mucha gente e incluso se alzó con la victoria.
Los combates de aficionado eran a 6 asaltos pero él los hacía a 14 asaltos como los profesionales.
El árbitro vino desde Lora del Río y Lázaro Aguirre fue el encargado de la campana que marcaba el final de asalto.
Hubo ocasiones que ganaba hasta 7000 pts. por combate.
Siguió combatiendo hasta que se fue a la mili donde también buscó la ocasión para boxear y ganar alguna que otra medalla. Todos sus logros y trofeos los guarda con cariño y sobre todo los recuerdos de haber conseguido vivir de cerca aquel sueño desde su niñez.
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