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domingo, 26 de enero de 2020

Eran otros tiempos...

Sí, lo eran... Y aunque no todo lo pasado era bueno, muchas cosas seguro echáis en falta en estos tiempos de constantes cambios.
Antes éramos más humanos los unos con los otros. Y no se si sería por compartir tanta necesidad, pero nos conformábamos con poco y solo con eso éramos enormemente felices. Pero eso nos damos cuenta ahora.
Por no tener no teníamos ni tecnología. El que podía iba a casa del vecino privilegiado que tenía tele e iba a ver los toros o el fútbol.
Las casas eran un bullicioso lugar con familias numerosas y a veces varias familias en la misma casa junto a abuelos y nietos. Mi familia era una de ellas en la calle Nueva.
Los dulces, regalos e incluso la fruta eran lujos de una vez al año o cuando estaban enfermos. La Coca-Cola era administrada como medicina y por supuesto la ropa se heredaba. ¿Cómo estarían los pantalones del primero al llegar al sexto hijo? Jejeje.
Estudiaban los que podían y lo hacían con una enciclopedia donde venía todas las asignaturas juntas... Incluidas "saber patriótico".
Mis tíos, los mellizos Balbi y Juan Parra Fernández en Navidad de la guardería.

Mi padre Lorenzo, junto a sus hermanos Balbi y Juan en la típica foto del colegio. Año 1965.
En Peñaflor teníamos cine y teatro.
Íbamos a comprar fiado a la tienda de la calle y comprábamos "agua de colonia" a granel, carne de membrillo al peso y chocolate en jícaras.
Procesión por la calle Largo con monaguillos. Mi padre es el de la derecha.

La comunión de mi padre como todas, sencilla, con chocolate, pastas y para los padres anís y coñac.

Parte de mi familia que habitaba una casa de vecinos en la calle Nueva. Cada habitación de esa casa era donde vivía una familia numerosa. Cómo la de mi tía Teresa con 10 hijos.

Banda con el uniforme scout desfilando por la calle Largo. Años 70's.
Procesión de la Milagrosa en la iglesia de la Santa Cruz. Posiblemente en su inauguración.

Las niñas jugaban con hojas y piedrecitas a las tiendas y todos sabían lo que era un almuz, una arriba o un quintal. Los niños vivían aventuras del oeste con una cartuchera y pistolas de siquitraque.
Mi padre salía del colegio para tocar las campanas del Ángelus a las 12 porque era monaguillo. Por las tardes repartían la hojita parroquial o iban a pedir para el domingo con las huchas en forma de negrito o chinito.
Los americanos mandaron leche en polvo que repartían en la escuela.
En la plaza todos jugaban hasta el anochecer a "fuera barrera", al torito en alto o "churro, mediana, mangotero" o "tres cuartas", al "4 esquinas" o a la botella... Solo hasta que venía el municipal a echarlos.
Otros días había guerra a naranjazos o pedradas entre los de un barrio y otro.
Los paseos con don José el cura eran todas las tardes hacia las piedras negras y a la estación y más mayores cruzaban la barca del río o iban a la presa o a la ermita.
Imprescindible para pandillas adolescentes el día de San Sebastián a coger palmitos, el de Almenara el día de los Santos, las semana previas a romería y Reyes para adornar carrozas y en la Candelaria para acarrear la leña y guardarla y sobre todo los guateques y clubs de donde salieron la banda, boy scouts y majorettes.

Seguro que os acordáis de muchos otros momentos inolvidables del pasado. C¡para la próxima entrega del blog!

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