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domingo, 29 de agosto de 2021

El palomar de la Morería

Vestigio de una edificación popular hoy en día, fue un referente desde la época romana, y sobre todo medieval, como signo de señorío y riqueza, además de suponer una utilidad grandísima de producción de carne y huevos, así como de la "palomina" (el excremento de las palomas) muy apreciada como uno de los mejores abonos para la agricultura. Además estos palomares fueron centros de operaciones en la cultura de las palomas mensajeras, que en el medioevo era el método más rápido para llevar un mensaje a gran distancia sin ser interceptado por posibles enemigos y espias.

Hoy en día, con la industrialización y la producción intensiva gsnadera su uso  es casi inexistente o solo como una afición a la columbicultura, aunque este hobby está bastante desarrollado y reglado en exposiciones, concursos, muestras... Un ejemplo de ello bien cercano es la Delegación Sevillana de Columbicultura que podéis ojear en esta web https://www.colombiculturasevilla.es/.

Su construcción es muy diversa, cilíndricas, cuadradas o poligonales y con múltiples variantes ornamentales según las zonas,aunque comparten ciertos elementos, reminiscencia de su origen. Todos son altas torres que puedan divisar las aves, con una entrada superior y paredes cerradas. En estas paredes hay oquedades dispuestas para la nidificación y en su interior se distribuyen las parejas de manera ordenada.

Para describir nuestro palomar, primero lo hubicamos en la parte noroeste de la plaza Avenzoar, sobresaliendo rectangular de las casas y adosado a estas y sobre todo a la casa de la familia González, su fundadora, que estaba dispuesta con distintos espacios de almacenes y transformación dedicados a la producción de este palomar. Toda una innovación industrial y arquitectónica rural  que aún hoy no se ha visto en la provincia de Sevilla.

Imagen actual del palomar de la morería.
 
 
Vista trasera del Palomar desde el callejon Diego Carranza/ "el cortinal" 
 

El mismo rincón de la plaza Avenzoar en los años 60's. En concreto las casas adosadas al palomar. La Morería presume de barrio familiar en el que todos los vecinos se juntaban en eso que ahora quieren declarar patrimonio de la humanidad: salirse a la puerta por las noches a charlar en sus sillas, mecedoras y sardineles. Aquí se puede ver a la abuela de Pequita Sánchez a la izquierda, junto a su madre y a su padre, el municipal Antonio Sánchez López. También están la mujer de Pepe "El medianero", Paquita Sánchez, con los hijos de Anita y Antonio "El Forestal" (Mamen y Antonio),Pepita Montoro, la mujer de Pepe Povedano y Antonia la mujer de Pascual Sierra, la niña Angelita Naranjo, Carmelita Sánchez y Pascual Sierra. Sentadas también están Anita Martín (La mujer del forestal), Lola González León de la Fuente del Pez (dueña de la casa del palomar por entonces) y Paqui González, hija de Isabel que vivia en el castillo.

Su fundador y constructor, Antonio González Gómez tenía una gran visión empresarial a pricipios del siglo XX, dada su experiencia familiar como heredero de Eugenio y Felipe González de la Peña, vendedores de la Fábrica de Harinas a los Sres. López Quesada de Córdoba.

Antonio González Gómez, sentado, junto a su primo José González García, hijos de los fundadores de la fábrica. El primero el constructor del palomar.

La madre de Antonio González, Antonia Gómez Moya, esposa de Eugenio González de la Peña.

Eugenio y Felipe González de la Peña, fundadores de la fábrica de harinas. Colección particular de pinturas-retrato de Eugenio González Carranza.

Allí vivió muchos años con su esposa Carmen Meléndez y sus hijos Eugenio, Pedro y Antonio. 

Dº Eugenio González Meléndez heredó la casa de sus padres, y a ella se trasladó cuando casó con Mercedes Carranza; también nacieron allí sus hijos Eugenio, Antonio y Mercedes González Carranza hasta su traslado a la calle Nueva, momento en que la casa es vendida a Dº Eduardo Naranjo. 

Antonio siguió en cuerta modo la tradición de la cria de palomas en la calle Nueva, aunque ya como un hobby y de colección de razas y posturas, instalando el palomar sobre las cuadras del fondo de la casa, así como una pajarera con distintos tipos de aves.

De aquí, al casarse con Mari Carmen Sánchez acaba trasladándose a la calle del Pozo/ Aviador Carmona con su afición a la columbicultura.

Tras el fallecimiento de Eugenio González de la Peña la casa es partida en dos entre sus dos hijos y  Alonso Naranjo recibe la parte del palomar aún con producción de cría de palomas para consumo familiar; donde vive con su esposa Lola Cruz, adaptando las estructuras de almacén y transformación en vivienda, momento en que se abre la ventana izquierda de la fachada actual en la habitación baja del palomar, para posteriormente desamortizar la estructura de su función original como ha llegado a nuestros días. Francisco Naranjo recibe la parte de la casa destinada tradicionalmente a vivienda, y sigue siendo en la actualidad su residencia familiar. Tras el fallecimiento de Alonso Naranjo y su esposa sin descendencia, la vivienda correspondiente al palomar es heredada por Juan Cruz, su actual propietario, que abrió una puerta en la antigua ventana con motivo de la apertura de un negocio comercial que tuvo no hace mucho.

 
Imagen del palomar y la tienda de Juan Cruz en abril de 2010.

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